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segunda-feira, 24 de janeiro de 2011

Sangre en mis manos

Era una de esas mañanas que prometían ser como todas las otras, pero mentía en su parecer como los que se dicen inocentes en las cárceles.
Como todos los días, después del culto que da inicio a la jornada de trabajo en el hospital, salimos a acompañar al médico de guardia en la visita a los pacientes. Pasó que en esa mañana me olvidé el estetoscopio en la casa y volví para buscarlo. Cuando retorné al hospital el médico estaba con un chico que se había lastimado la cabeza y lo estaban por suturar con Ros. Yo me quedé allí parada conversando mientras lo empezaban a anestesiar, cuando vino una de las enfermeras encargadas del área de obstetricia a decir que un nenito que había nacido el día anterior tenía dificultad en respirar. Ros que estaba ocupada suturando dijo: Ve y ayúdale a hacerle la resucitación.
Le dije que nunca había hecho nada así antes y que ni siquiera lo había visto en ningún lugar, al que ella me mostró como mover las manos sobre el corazoncito del nene y salí corriendo con la enfermera.
El nene se veía bastante cianótico(azul), y la enfermera rápidamente empezó a soplarle aire a la boca con un Pinard, dos soplos fuertes le hacia, y la panzita se distendía llena de aire, y cuando lo terminaba yo le presionaba dos veces el tórax, los pulgares sobre su esternón y los ocho dedos sosteniéndole la espaldita. Tenía ganas insoportables de salir de ahí corriendo, gritando por auxílio, que alguien le ayudase a ese niño. Alguien que supiera más que yo, que pudiera más que yo. Pero no lo podía dejar.
Mientras lo hacíamos yo le decía en inglés al nene: Breath, little baby, breath! No sé porque le hablaba en inglés, no coordinava mi voz, ni mis pensamientos, ni las lágrimas que no podía contener, porque me desesperaba verlo a cada segundo más y más azulito. Le repetía y le repetía, pero no respiraba. Y mil pensamientos me pasaban por la mente. Pensaba en cuán débil era mi fe y en cuan inútil yo era frente a la vida o muerte de un ser humano… La veía a la enfermera transpirando mucho, nerviosa, soplándole cada vez más fuerte al nenito, empujándole el aire pulmones adentro, cada soplo llevando la voluntad de que el nene volviera a vida…pero no volveria…! Ella me hizo señal que ya no le hiciera nada, pero todo en mi lloraba, y no podía parar de presionarle el pecho tan chiquito. No quería que se fuera, tanto tenía para vivir. No podía ser que mi inexperiencia le costara la vida a esa criaturita. Eso me desesperaba, pero al final ella logró que yo lo dejara.
Después me contaron que la mama del nene viajó 2 días, hora caminando, hora cargada por 4 hombres sobre una camilla improvisada, 45km para llegar al hospital en trabajo de parto, porque tenía complicaciones para un parto normal, así que cuando finalmente llegó , el bebe ya sufría en su vientre, y no tenía muchas chances en un hospital sin recursos.
Todos dijeron que aquí nada más se podía hacer de lo que hicimos, pero para mí eso no disminuye la pena por una vida que se pierde…
Aún ahora puedo sentir su cuerpito frío entre mis dedos y nada que haya vivido hasta hoy me enfrió el alma tanto cuanto ese momento tan terrible. Y el día que prometía ser como todos los otros se hizo inolvidable de la peor manera posible.
Karol

Um comentário:

  1. Lamentável Kolzinha.
    A caminhada é difícil mas precisa ser realizada. Não nos cabe escolher a "paisagem" mas podemos escolher o "Companheiro da Viagem"..
    Escolha Jesus minha filha, pois com ele no "barco", pode chover, pode haver tempestades,...e mesmo assim, e unicamente, a jornada está garantida.
    Beijusssssss

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